miércoles, 31 de marzo de 2010

Cuentos de un pincha apasionado


Nº1:  EmBoca de Gonzalez
En la realidad que acontece a la ciudad, un club con sede en calle 53, comparte a diario un sentimiento que enorgullece a los platenses. En los cuentos de “Dios es pelado y usa barba candado”, Chilo Gonzalez es el referente de un club de barrio, que lleno de alegrías ajenas, vive sus anécdotas entre picardías y sinsabores del Deportivo Pinchita Fútbol Club.
En la Boca, el viernes apareció la noche y Leandro Gonzalez, el goleador que se viste de Estudiantes, sabía que iba a hacer un gol. El otro Gonzalez, Chilo, el goleador del “Deportivo Pinchita”, sabía que mantendría su costumbre de no hacer ninguno.
Al ingresar al campo, las destruidas gradas se completaban de espacios vacíos. Sólo un fiel perro, Perdomo, acompañaba al Deportivo Pinchita a jugar un nuevo clásico contra un grande de la categoría. Chilo Gonzalez enfundaba la cinta de capitán de esos ocho jugadores que le seguían, ya que no habían llegado a completar once. El otro Gonzalez, Leandro, asomó al campo con un aire de grandeza que nos decía que a Boselli no lo íbamos a extrañar. Con estadio casi lleno, levantó sus brazos al igual que un Chavo, un principito y el resto de sus compañeros.
En esta mezcla de realidad y ficción entre Estudiantes y el “Deportivo Pinchita”, recuerdo que el primer tiempo fue parejo y desleal en Estudiantes–Boca. Un penal mal cobrado, un árbitro injusto y un rubio goleador se llevaron las escenas del espectáculo. En la ficción, fue goleada esperada la que recibió el “Depo” frente a su poderoso rival. Llegando con toque, de córner y también de penal la valla defendida por “Palito” resulta indefendible a los comentarios.
Fue favorable y justo el segundo tiempo del Pincha en la bombonera. Dominio, un golazo y casi la victoria en la jugada final describen esos segundos 45 minutos. Una goleada tal vez insuficiente recibió el “Depo” de Tolosa en su visita al Barrio del Plata.
Grande la ovación que se llevó el delantero Gonzalez al retirarse de la “bombonera”. Mayor la desazón que se trajo el infatigable herrador “Chilo” del camino a Punta Lara.
A su regreso, Chilo atravesó la puerta de chapa y tomó el  mate con que su mamá, Doña Marta, lo recibía. Con una sonrisa, el presunto goleador le devolvió el gesto enmascarando la desazón. El otro Gonzalez, Leandro, regreso de la Bombonera desabrochando la satisfacción de ese gol que tanto se hizo esperar.

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